LA CONTAMINACIÓN RADIOACTIVA EN EZEIZA

Por Antonio Elio Brailovsky

Las informaciones sobre la existencia de contaminación radiactiva en las napas subterráneas de la zona de Ezeiza son extremadamente preocupantes.

El origen de esta información es un peritaje efectuado por el geólogo Fernando Máximo Díaz sobre el agua subterránea de una zona próxima al Centro Atómico Ezeiza. Este informe ha sido profusamente mencionado pero muy poco leído, dado su carácter técnico. Me gustaría que estos comentarios les ayuden a leerlo y a formarse sus propias opiniones en un tema tan complejo.

Este peritaje se realiza en el marco de una denuncia pública formulada hace varios años por la Asociación contra la Contaminación Ambiental de Esteban Echeverría. La denuncia fue recogida por una fiscalía y tramita en el juzgado del Dr. Santamaría.

Los análisis de aguas fueron realizados en los laboratorios de la Autoridad Reguladora Nuclear (ARN), que es el ente que debe controlar la actividad nuclear en el país.

EL ORIGEN DEL PROBLEMA

Hace unos 20 años, las autoridades del Centro Atómico Ezeiza presentaron como un gran logro tecnológico un nuevo sistema para deshacerse de los residuos radiactivos líquidos. Simplemente iban a dejarlos filtrar en el suelo (en unas llamadas “trincheras de infiltración”), con el argumento de que las arcillas se encargarían de retener todos los tóxicos y a las napas subterráneas llegaría solamente agua limpia.

Dijeron que habían hecho experiencias de laboratorio que les demostraron que el método era inocuo.

Se trata de un buen ejemplo de soberbia tecnológica, porque quienes trabajan con sistemas naturales saben que no hay nada más diferente a un laboratorio que la naturaleza. En un laboratorio todas las variables están controladas y las ecuaciones pueden tener una forma elegante. En cambio, en el medio natural siempre aparecen imponderables capaces de romper cualquier predicción.

Ésa fue precisamente la crítica que hicieron los ambientalistas al método usado en el Centro Atómico Ezeiza. Que los riesgos de contaminar las napas eran demasiado grandes y el margen de seguridad era demasiado pequeño como para que se justificara seguir adelante.

Tal vez el imponderable más fuerte fue el ascenso de las napas de buena parte del Gran Buenos Aires, incluyendo las que están por debajo del Centro Atómico. O tal vez las partículas de uranio se comportaron en el medio natural de un modo diferente de como se habían comportado en el laboratorio.

Lo cierto es que el uranio, que nunca debió haber salido del Centro Atómico, apareció en el agua subterránea que la gente usa para beber, y contaminó una zona muy extensa.

LA CONTAMINACIÓN CON URANIO

Los mapas presentados por el perito muestran la presencia de uranio en el agua subterránea. en niveles que no la hacen potable. Más allá de la radiactividad, que puede provocar casos de cáncer y nacimientos deformes, el uranio es tóxico en sí mismo y beber agua con uranio puede afectar gravemente los riñones.

Previsiblemente, hay muy altos niveles de contaminación bajo la fuente principal, el Centro Atómico Ezeiza, y esa contaminación disminuye a medida que nos alejamos del Centro Atómico, dispersada por el movimiento del agua subterránea.

Más allá de la obvia gravedad de la situación, en los mapas del perito hay otros datos que permiten suponer un riesgo mucho mayor del que fue presentado en los comentarios periodísticos sobre el tema.

Y es que podemos destacar el carácter irregular del mapa presentado.

Si tuviéramos una sola fuente de contaminación con uranio (las trincheras de infiltración), el mapa se parecería a los círculos concéntricos que forma una piedra cuando cae al agua: habría un círculo de mucha contaminación al centro y círculos de menos contaminación a medida que nos alejamos de ese centro.

Si embargo, se observan focos de intensa contaminación con uranio, que no responden a este comportamiento. Es decir, que hay primero una zona muy contaminada, después otra menos contaminada y más allá aparece otra donde la napa tiene más cantidad de uranio. Esto puede significar la existencia de emisiones gaseosas de uranio, que se depositaría en el suelo e iría infiltrando hacia las napas.

Es decir que en algún momento se dispersaron gases con uranio por las chimeneas del Centro Atómico Ezeiza. Como la actividad nuclear sigue siendo secreta y las resoluciones de la Autoridad Reguladora no se publican, no sabemos si se autorizó una conducta tan irresponsable como rociar a los vecinos de Ezeiza de partículas radiactivas. Al respecto, el informe del perito dice que “la descarga de uranio particulado a la atmósfera de produce en la actualidad como parte del proceso industrial de CONUAR S.A., constituyendo por lo tanto ésta la fuente actual que más está contribuyendo a la extensión areal de la contaminación de uranio del suelo y del agua subterránea”.

Les expreso mi desconcierto: ¿es que alguien permite que se arrojen particulas de uranio al aire en un área poblada? Comprendo -aunque no justifico- que lo haya autorizado Stalin en los comienzos de la Guerra Fría cuando necesitaba fabricar bombas atómicas para enfrentar a los Estados Unidos. Pero a nosotros, ¿qué explicación patriótica podrán darnos para justificar estas emisiones de uranio?

Si el uranio que no aparece debajo del Centro Atómico proviene de emisiones gaseosas, no hay dudas de que alguien lo estuvo y lo está respirando. Y que más tarde o más temprano vamos a encontrar uranio en las casas y en los pulmones de los vecinos de Ezeiza.

LA MANIPULACIÓN DE LOS DATOS DE LABORATORIO

Uno de los aspectos más llamativos del informe del perito es que encontró que se falsificaron los resultados del laboratorio. Dice el perito:

“Las falencias en el cálculo del isótopo U235 consisten en que los valores informados difieren del resultado matemático que surge de la estricta aplicación de las fórmulas correspondientes sobre las variables medidas”

“Ha habido selectividad en estas falencias, pues aún cuando el proceso de cálculo es el mismo tanto para los tres isótopos (U234, U235 , U238), como para U total, es significativo que las falencias se hayan circunscripto exclusivamente al isótopo U235, siendo correctos los restantes cálculos”

“Las falencias son relevantes, en cuanto las alteraciones resultantes en las relaciones isotópicas impactan en forma altamente significativa en los factores de enriquecimiento del uranio presente en las muestras”

“Los factores de enriquecimiento que surgen de los resultados incorrectos no son erráticos, sino que llevan a la falsa categorización del uranio presente como “uranio natural”, alterando la categorización que surge de los valores medidos”.

“Las falencias detectadas no presentan características de errores (ni sistemáticos ni aleatorios), sino de modificaciones manuales y conscientes por parte de los operadores intervinientes, que confieren al conjunto de las muestras una relación isotópica falsa, en cuanto difiere de la relación isotópica que surge de las mediciones y altera significativamente la categorización del tipo de uranio presente en las muestras” (página 30 del informe).

¿Para demostrar qué cosa se manipularon los datos? La respuesta está en el informe de la Autoridad Reguladora Nuclear, que dice en sus conclusiones: “Los resultados de las mediciones realizadas por indicación del Juzgado Federal de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional N° 1 de Lomas de Zamora, en el marco de la Causa 5452, considerando tanto los radioisótopos como la actividad detectada, son compatibles con niveles de material radiactivo presentes naturalmente en el medio ambiente”.

Traduciendo los datos técnicos al lenguaje corriente: el uranio que encontramos en la naturaleza es uranio 238 en más del 99 por ciento (y casi nada de U235). Quiere decir que si encontramos una cantidad significativa de U235, no estamos ante uranio de origen natural sino ante una contaminación.

En otras palabras, que se habrían cambiado los resultados de laboratorio para poder decir que los únicos materiales radiactivos existentes en las napas son de origen natural y que el Centro Atómico no es responsable de nada de lo que se haya encontrado.

LA CONTAMINACIÓN CON NITRATOS

Un aspecto relevante del informe del perito es que constató la presencia de un alto nivel de contaminación con nitratos en las napas de toda la zona.

La primer pregunta que surge es: ¿por qué el perito buscó nitratos si su tarea era buscar uranio? En principio, los nitratos son un contaminante frecuente en caso de pozos negros mal mantenidos. Es decir, suelen provenir de una contaminación por materias fecales.

Y realmente, los mapas de contaminación de aguas muestran una muy fuerte presencia de nitratos originada en el Centro Atómico Ezeiza. Sólo que si uno las compara con lo que aparece debajo del Aeropuerto de Ezeiza, llaman la atención las diferencias: en el Aeropuerto hay mucha más gente que va al baño de la que hay en el Centro Atómico y sin embargo, los nitratos del Centro Atómico son mucho más relevantes que los del Aeropuerto. El agua subterránea llega al Centro Atómico casi limpia: entra con 10 miligramos de nitratos por litro y sale con 100 miligramos por litro. En cambio, el agua subterránea llega al Aeropuerto bastante contaminada y allí varía entre los 60 y los 80 miligramos por litro (ver los mapas del perito Díaz).

¿Qué quiere decir esto? Que los baños no alcanzan para explicar esa enorme contaminación con nitratos. Allí hay mucho más que materia fecal.

Efectivamente, el perito encontró que “hay constancia documental de la descarga por infiltración de residuos líquidos de alta acidez, corrosividad y elevado contenido de nitrógeno en el Centro Atómico Ezeiza”. ¿Lo tengo que decir con todas las letras? Esto significa que han arrojado ácido nítrico en grandes cantidades en las napas de agua subterránea. ¿A qué llamamos grandes cantidades? Un sólo ejemplo: en 1969-70, el perito documenta que se arrojaron más de 1.000 litros de “soluciones nítricas”.

¿SOLAMENTE AGUA SUBTERRÁNEA?

Esta situación va mucho más allá de la que aparece por la contaminación del agua subterránea. Lo que ocurre en Ezeiza pone en cuestión no sólo al Centro Atómico Ezeiza sino a la gestión nuclear en su conjunto.

Porque todo lo que se hace en Ezeiza está minuciosamente controlado por la Autoridad Regulatoria Nuclear, cuya función es, precisamente, que no ocurra lo que está sucediendo. Del mismo modo que la función de los inspectores municipales es verificar que las puertas de las discotecas se puedan abrir ante una emergencia.

Si puede ocurrir una contaminación de esta magnitud, si el Centro Atómico Ezeiza puede tirar a la napa durante 20 años uranio y ácido nítrico, y uranio a la atmósfera sin que la Autoridad Regulatoria se dé por enterada, es que el sistema de control funciona realmente mal.

Nos debemos una profunda discusión sobre cómo va a realizarse el control de la actividad nuclear en el futuro.

Y es claro que las principales víctimas de un control deficiente son los propios trabajadores nucleares. Hemos escuchado en muchas reuniones que los profesionales del Centro Atómico nos decían: “Ese agua la tomamos nosotros y se la damos a nuestros hijos en la guardería”. Se estaban refiriendo a la misma agua que ahora sabemos que no es potable.

La Autoridad Reguladora Nuclear, ¿lo sabía y lo ocultó, dejando que su personal y sus hijos tomaran agua que no es potable? ¿O no se molestó en averiguarlo, dejando de cumplir con su función?

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