Festejos con pirotecnia 

¿UN HÁBITO IRREDUCTIBLE?

En “Pirotecnia y fiestas de fin de año” del 18 de diciembre de 2006, advertíamos sobre un hábito cultural que parece irreductible frente a campañas de concientización y puede aplicarse como telón de fondo a cualesquiera de los intentos oficiales que se vienen haciendo año tras año para desalentar el uso de estos peligrosos arteficios con su secuela de severas lesiones entre el público usuario.

“Como el pan dulce y la sidra, los artículos de pirotecnia recreativa son de consumo estacional: comienzan a demandarse en diciembre y la venta alcanza su pico máximo en Nochebuena y Año Nuevo. La costumbre está tan arraigada que una Navidad sin cohetes y cañitas voladoras resulta tan deprimente para el imaginario colectivo como una mesa sin pan dulce ni sidra”.

Tan es así que, igualmente típicas de estas fechas son las estadísticas del Hospital Santa Lucía, sobre lesiones oculares, y de otros nosocomios como el Hospital de Quemados. A esas estadísticas habría que agregar un número indeterminado de consultas en clínicas privadas, las que no engrosan las cifras oficiales, que tampoco disminuyen.

“La advertencia ‘consuma sólo pirotecnia autorizada’ es una forma que tienen las autoridades de eludir su responsabilidad, aunque alguien que falsifica un producto, no tendrá inconvenientes en falsificar también su etiqueta. El cartel ‘aprobado por Fabricaciones Militares’ puede ser tan falso como todo lo demás y el público no tiene maneras de darse cuenta. (Antonio Brailovsky, Revista La Urdimbre, febrero 2004).

En los últimos tiempos a la parafernalia de explosivos y/o dispositivos luminosos se les han agregado los globos de aire caliente. Hechos de papel, se elevan al encender su base y si no han causado aún algún lamentable incendio, es sólo cuestión de tiempo.

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Pirotecnia y fiestas de fin de año

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