LA BOCA RECHAZA CONSTRUCCIONES EN CASA AMARILLA

Por Silvana Canziani de la Comisión de Vecinos de la Calle Irala y Adyacencias

En la misma semana de diciembre ppdo. en que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires inauguraba la Conferencia internacional del Cambio Climático (COP 10), se conocieron diversas licitaciones de obras que el Instituto Municipal de la Vivienda, una dependencia del mismo Gobierno, está encarando en diversas zonas de la Ciudad. Una de ellas ocuparía los terrenos de Casa Amarilla, en el barrio de La Boca, con un conjunto de 1231 viviendas en torre.

Mientras que en la inauguración de la Conferencia plantearon cuatro iniciativas para mejorar la situación del ambiente en la Ciudad reduciendo la emisión de gases de carbono (ampliación de la red de subterráneos, conversión del alumbrado público, ciclovías y fomento del uso de GNC en transporte público y privado), en los matutinos porteños aparece un llamado a licitación de una página con un proyecto de construcción que eliminaría más de 30 mil metros cuadrados de espacio libre, en La Boca.

El doble discurso no sorprende, dado que ya los vecinos pudimos escuchar en el cierre del Presupuesto Participativo en el área de Medio Ambiente del año pasado a una alta funcionaria a cargo decir que “la Ciudad no es sólo pasto” ante los numerosos reclamos de más espacios verdes. En el mismo sentido se refirieron otros funcionarios argumentando en contra de un proyecto legislativo impulsado por la Asamblea Permanente por los Espacios Verdes Urbanos (APEVU) que consta en el Plan Estratégico de la Ciudad aprobado el 30 de noviembre pasado, para destinar las tierras a transferir por la Nación a la Ciudad para uso y utilidad pública con preferencia para la creación de nuevos Espacios Verdes.

Si bien las tierras en cuestión son propiedad de la Ciudad, más específicamente del Instituto de la Vivienda (IVC), y se hallan codificadas para permitir la construcción de torres para uso residencial, no es un dato menor que la ciudad está en mora con el porcentaje de espacios verdes recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Ello sería motivo suficiente para convertir la actual codificación a UP (Urbanización Parque), pero resulta que La Boca padece la relación más baja de espacio verde por habitante de toda la ciudad y entonces la eliminación del último sector disponible se constituye en un verdadero agravio para los vecinos del barrio.

Como dicho, el proyecto lanzado por el IVC plantea la construcción de 1231 viviendas. Para apreciar su volumen podemos invitarlos a ver las 7 torres de entre 9 y 11 pisos construidas por la entonces Comisión Municipal de la Vivienda en el llamado Barrio Irala. Las mismas suman 464 viviendas, es decir que las tres manzanas a construir sumarían 21 torres juntas de similar tenor. Otro aspecto destacable es que lo plantean como viviendas para clase media empobrecida, a sabiendas que eso no incluye a las distintas organizaciones sociales en lucha por una vivienda digna a razón de su valor y su costo de mantenimiento.

Esta zona, siempre postergada, está catalogada como área de desarrollo prioritario 1 (ADP Nº1 -AREA SUR), es decir, se reconoce su estado de deterioro y la necesidad de que sea atendida especialmente. A nadie escapa que La Boca merece que se renueve su trama edificada poniendo en valor, recuperando, para uso residencial o de industrias no contaminantes, los numerosos predios abandonados, ya sean estos inmuebles pertenecientes al Gobierno de la Ciudad o a particulares. Considerando el escaso valor inmobiliario, nada impediría implementar créditos blandos o facilitar el acceso a compra para viviendas de interés social, beneficiando de este modo a pymes y cooperativas, diversificando el consumo en vez de beneficiar solo a los grandes contratistas.

Una amplia y productiva gestión, que contemple la ocupación de esos inmuebles ociosos integrando como vecinos a los nuevos habitantes va a ser mucho mas fecunda que la construcción de edificios de alta densidad, que terminan degradándose en poco tiempo, generando la expulsión de quienes los ocupan y el deterioro social de quienes se quedan.

Volviendo a la necesidad de imponer políticas públicas claras y sin dobleces discursivos, nos gustaría escuchar propuestas de un gobierno que dice importarle el cambio climático, mucho mas abarcativas como ser su voluntad de potenciar los espacios verdes por todo lo que implican en suelos absorbentes, regulación de la temperatura, cumplimiento de las garantías constitucionales de vivir en un ambiente sano, generar espacios de relación social, etc.

Por tanto podríamos sugerir, no solo el respeto y la potenciación de las pocas tierras vacantes, también la creación de la nueva Reserva Ecológica Costanera Norte (Ciudad Universitaria), la gestión necesaria para la erradicación del Polo Petroquímico del Dock Sud, para recuperar la salubridad del Riachuelo, la instalación de tranvías como transporte público no contaminante (y más económico que los subtes) y el desaliento concreto a la urbanización de las costas, habida cuenta del aumento del Río de la Plata previsto para los próximos años, entre otras medidas, como la difusión insistente de la necesidad de separar y reducir la basura.

Por todo lo expuesto creemos que La Boca no merece la ocupación furiosa de las pocas tierras disponibles y serían mejor recibidos proyectos que recuperen con seriedad y respeto este barrio que, tal vez por solidaridad con los que están en desgracia, despierta el afecto de propios y extraños.

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