A 57 años del asalto policial a la UBA conocido como la Noche de los bastones largos

La Noche de los Bastones Largos fue el desalojo por parte de la Dirección General de Orden Urbano de la Policía Federal Argentina, el 29 de julio de 1966, de cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA), ocupadas por estudiantes, profesores y graduados, que se oponían a la decisión del gobierno de facto de intervenir las casas de altos estudios.

El nombre del hecho proviene de los bastones largos usados por efectivos policiales para golpear con dureza a las autoridades universitarias, los estudiantes, los profesores y los graduados, cuando los hicieron pasar por una doble fila al salir de los edificios, luego de ser detenidos.

En el caso de la intervención a la Facultad de Ciencias Exactas, Rolando García, el decano en ese entonces, se hallaba con el vicedecano, Manuel Sadosky, cuando entraron los policías, y salió a recibirlos, diciéndole al oficial que dirigía el operativo:

–¿Cómo se atreve a cometer este atropello? Todavía soy el decano de esta casa de estudios.

Un corpulento custodio le golpeó entonces la cabeza con su bastón. El decano se levantó con sangre sobre la cara, y repitió sus palabras: el corpulento repitió el bastonazo por toda respuesta. 

Fueron detenidas en total 400 personas y destruidos laboratorios y bibliotecas universitarias.

En los meses siguientes cientos de profesores fueron despedidos, renunciaron a sus cátedras o abandonaron el país.

En total emigraron 301 profesores universitarios; de ellos 215 eran científicos; 166 se insertaron en universidades latinoamericanas, básicamente en Chile y Venezuela; otros 94 se fueron a universidades de Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico; los 41 restantes se instalaron en Europa.

En algunos casos equipos completos fueron desmantelados. Es lo que sucedió con Clementina, la primera computadora de América Latina, que había sido construida por Ferranti (del Reino Unido). Renunciaron y emigraron los 70 miembros del Instituto de Cálculo de Ciencias Exactas, donde era operada. Lo mismo sucedió con el Instituto de Radiación Cósmica, que fue desmantelado.

El golpe militar de Onganía supuso no solamente el derrocamiento de un gobierno democrático, sino además la destrucción sistemática de la usina de pensamiento e investigación que representaba la Universidad de Buenos Aires.

Esa noche le hizo mucho daño a la Argentina. Se atacó la libertad y también un proyecto de desarrollo de país. Y marcó un punto de inflexión en la historia de la Universidad.

Once años antes, el 16 de junio de 1955, la Armada Argentina, con apoyo de sectores de la Fuerza Aérea, encabezó un ataque que tenía como objetivo principal asesinar a Perón y a los miembros de su gabinete para consumar así un golpe de Estado, dejando un saldo de 350 personas que perdieron la vida y 2000 heridos, producto del lanzamiento de 14 toneladas de bombas sobre la emblemática plaza.

Y diez años después de la aciaga Noche de los bastones largos tuvo lugar el golpe militar que instauraría otra modalidad de terrorismo de Estado con 30 mil detenidos-desaparecidos.

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