NECESITAMOS UNA CULTURA Y UNA POLÍTICA DE  PREVENCIÓN DE EMERGENCIAS

Por Antonio Elio Brailovsky *

Quiero expresarles mi pena por la falta de visión de la mayor parte de las personas que ocupan puestos de responsabilidad en nuestra sociedad, ante la masacre de República Cromañón. Hemos visto una amplia gama de conductas mezquinas, desde quienes se preguntaron: “¿me conviene que se sepa la verdad?”, hasta los que iniciaron rápidamente los operativos de control de discotecas que deberían haber realizado desde hace años.

Hay también una presión para diluir culpabilidades y decir que “somos todos responsables”. Es cierto, todos lo somos, pero lo somos en muy distintas medidas. Si yo voy a un recital y descubro una puerta de emergencia trabada, mi responsabilidad es exigir que se abra y si los responsables del local se niegan, tengo que retirarme de inmediato y formular la correspondiente denuncia. Ésa es mi responsabilidad moral.

Pero el que trabó esa puerta no tiene una responsabilidad solamente moral. Ése tiene también una responsabilidad penal y tendrá que enfrentar a la Justicia, lo mismo que aquellos que le hubieran ofrecido desde el Estado la impunidad para cometer esas acciones criminales.

Sin embargo, la discusión excede el ámbito de los locales bailables. La pregunta de fondo es por qué nuestro Estado y nuestra sociedad no pudieron reaccionar a tiempo ante los numerosos informes sobre la falta de seguridad en las discotecas. Todos (incluyendo, por supuesto, los encargados de inspeccionar) sabíamos de las infames condiciones de seguridad de la mayor parte de los locales bailables. El que el desastre fuera en Cromañón o el cualquier otro sitio era una simple cuestión de azar.

Necesitamos una cultura y una política de prevención de emergencias, en el más amplio de los sentidos.

Hoy, después de este desastre, se están haciendo continuos operativos en discotecas, cuando lo que realmente tenemos que preguntarnos es sobre el conjunto de condiciones de riesgo. Y, por supuesto, qué estamos haciendo para disminuirlo y para que el Estado asuma su rol en la prevención.

  • ¿Se hacen simulacros de evacuación en la escuela de nuestros hijos? Las recomendaciones hablan de un simulacro al año, lo que sabemos que no se cumple. Les cuento que en la Ciudad de México se hacen dos simulacros de evacuación por mes en cada una de las 8 mil escuelas de esa ciudad. ¿Por qué ellos pueden hacerlo y nosotros no? ¿Tenemos que esperar un desastre en una escuela para darnos cuenta de que las discotecas no son el único problema? Si no lo proponen las autoridades de la escuela, los padres tenemos que reclamarlo y empezar a organizarlos.
  • ¿Se pueden evacuar todos los pacientes de todos los hospitales? ¿Los médicos están en condiciones de hacerlo? ¿Tenemos instrucciones de evacuación pegadas en las paredes de todos los edificios a los que concurrimos, sean edificios públicos, cines, lugares de trabajo, viviendas, universidades o lo que sea? ¿Hay un responsable de emergencias en todos los sitios en los que se reúnan unas cuantas personas?
  • ¿No vamos a hacer nada con los shoppings? No es casualidad que casi todos nos perdamos en un shopping. Esas instalaciones están diseñadas especialmente para que la gente se pierda, y para que tenga que recorrer una distancia importante mirando vidrieras hasta poder encontrar la salida. Esos minutos en los que la gente se pregunta si la salida estará a la izquierda o a la derecha pueden significar muchas muertes en caso de una emergencia. Aquí las salidas no están cerradas con candados, pero están ocultas por la publidad. Lo que en la práctica en casi lo mismo.
  • ¿Sabemos qué hacer ante una emergencia? ¿Acaso nos enseñaron algo en la escuela o en los medios de comunicación? Les cuento que lograr la simple divulgación de cada alerta meteorológico fue una lucha durísima. ¿Sabemos utilizar un extinguidor de incendios? ¿Sabemos, siquiera, si lo vamos a poder levantar? Los niños norteamericanos aprenden en su jardín de infantes qué hacer si se les prende fuego a la campera (hay que tirarse al suelo y rodar). ¿Lo saben nuestros hijos? ¿No deberíamos reclamar que se lo enseñaran?
  • ¿Qué pasa con las personas que viven cerca de instalaciones peligrosas? Como por ejemplo, el Polo Petroquímico del Dock Sud. ¿Conocen los bomberos todas las sustancias tóxicas que allí se manipulan? ¿Saben qué hacer ante un eventual escape de una sustancia química peligrosa? Los médicos del Hospital Argerich, ¿están en condiciones de reconocer, por los síntomas que presenten sus posibles pacientes, cuál es la sustancia que los ha intoxicado? ¿Tienen con qué tratar a todas y cada una de las intoxicaciones posibles en caso de un accidente químico en el Polo Petroquímico?
  • ¿Sabemos qué pasa con los transformadores que contienen PCB? El Ente Regulador de la Energía (ENRE), ¿nos informa periódicamente del retiro de transformadores que contengan PCB? ¿Nos dice cuándo se van a retirar los que quedan? Y si no sabemos cuáles transformadores son potencialmente peligrosos y cuáles lo son en mucha menor medida, ¿cómo actuar ante una emergencia?
  • ¿Tenemos un teléfono de emergencias para formular denuncias sobre riesgo inminente? Si yo estoy en una discoteca y veo una puerta de emergencia clausurada, tengo que poder tomar un teléfono celular y llamar de urgencia a alguien con poder de policía como para obligar a abrir esa puerta y sancionar al responsable de que esté cerrada.
  • ¿Tenemos una fuente alternativa de agua potable? En septiembre de 2003, un derrame de fenoles en el Río de la Plata dejó sin agua corriente a 6 millones de personas. Hay una sola toma de agua para esa cantidad de gente. ¿Existe un plan B para el caso de un accidente que inutilice esa toma? ¿O lo único que se hizo fue pintar la toma con los colores del concesionario?
  • ¿Existe un plan de contingencia para el caso de que volvamos a tener apagones masivos como el de EDESUR, que dejó a oscuras media ciudad durante dos semanas? Y si existiera, ¿no sería bueno conocerlo?
  • ¿Tenemos mapas de riesgo de cada una de las manzanas de nuestra ciudad?
  • ¿Sabemos cuáles son los sitios de riesgo químico, de riesgo de inundaciones, los que están en la línea de operaciones aéreas, los que están en corredores de transporte de sustancias peligrosas?
  • ¿Vamos a hacer algo con las estaciones de servicio que están debajo de autopistas? ¿O va a ser una sorpresa cuando un auto les caiga encima y se incendien?

Tal vez sea innecesario seguir dando ejemplos. Necesitamos una cultura de prevención de emergencias. Tenemos que hablar mucho de los riesgos para aprender a prevenirlos.

* ex Defensor Adjunto de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad

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