Reacción popular ante los tarifazos

En la semana que termina, en el Obelisco e innumerables otros sitios de la Ciudad y en Capitales y pueblos del país, el temor y la desesperación popular ante los aumentos arbitrarios, ilegales y confiscatorios en los servicios de gas, agua y luz se expresó en cacerolazos, pitazos, matracazos y bocinazos.

Fotógrafo:Gómez Ramiro

A pesar de esta alerta amarilla, el Gobierno nacional insiste con su política devastadora y retrocede a un 400% de aumento, que la justicia ya anuló. Macri sigue sosteniendo al ministro de Energía –la cara visible de una decisión errática, abusiva y sin fundamentación técnica– que debería ser un fusible para cualquier manual de procedimientos políticos en descomprimir la presión, descartando al de abajo en la escala jerárquica. En lugar de ello, recomienda abrigarse bien y no andar “en patas” dentro de la casa, para ahorrar energía, y confía en que la Corte le autorice el tarifazo, versión 2 que terminaría favoreciendo a los consumos más elevados.

Una nota de Fernando Krakowiak en Página 12 del 21/07 da cuenta de ello con el siguiente ejemplo:

Si en el bimestre mayo-junio del año pasado un cliente de Metrogás consumió 400 m3, abonó 253,4 una vez sumado el IVA, entre cargo fijo, cargo variable y lo destinado a obras de infraestructura de gas. Ese mismo cliente, en el mismo período de este año y por los mismos conceptos, tendrá que pagar 1174 pesos incluyendo el IVA, lo cual representa un aumento de 363,3 por ciento. Significa que el techo de 400 por ciento, anunciado por el Gobierno como “solución” al tarifazo, no implicaría cambio alguno para ese hogar. Luego, supongamos que ese mismo cliente, en lugar de mantener su consumo, lo hubiera multiplicado por cinco (unos 2000 m3). Su factura sería en ese caso de más de 11 mil pesos, que es un aumento de más del 4200 por ciento. Pero si entra en vigencia el tope de 400 por ciento, sólo pagará 1267 pesos. Y los más de 9800 pesos restantes los subsidiará el Estado. En síntesis, el que ahorre gas no tendrá ningún beneficio y el que incremente su consumo saldrá ganando.

La solución obvia no está en los planes del Gobierno: dar marcha atrás con el regalo al “campo” de eliminación de retenciones a la exportación de granos, (y a las otorgadas a las empresas mineras) recuperando un ingreso de dólares que haría innecesario el ajuste brutal sobre las espaldas del los pobres y de la maltrecha clase media.

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