El increíble derrotero de la Ley de Protección a Bosques Nativos

Por Mempo Giardinelli *

Parece mentira, pero en el Congreso de la Nación los diputados más preocupados por frenar la tala indiscriminada de los pocos bosques y selvas que quedan en la Argentina son un porteño (Miguel Bonasso) y una bonaerense (Marta Maffei).

Mientras tanto, el silencio de los legisladores chaqueños, formoseños, santiagueños, misioneros, salteños y de otras provincias que también tienen bosques es, por lo menos, muy llamativo.

De hecho la aprobación de la Ley de Protección del Bosque Nativo está cajoneada. La semana pasada Greenpeace Argentina acusó al gobernador misionero Carlos Rovira de impulsar cambios en el proyecto, ya aprobado en general. La modificación propone “licencias para desmontar”, que seguramente equivaldrán a “excepciones” en base a las cuales seguirá la destrucción de bosques, en muchos casos con el desalojo compulsivo de comunidades campesinas e indígenas.

Es obvio que sobran lobbies que buscan eliminar todo obstáculo que limite sus beneficios económicos en detrimento de nuestros últimos bosques nativos. Tanto para la explotación salvaje de las últimas riquezas madereras que nos quedan, como para la expansión de sembradíos de soja, ganadería y megaproyectos turísticos, toda “licencia” o “excepción” buscará crear zonas liberadas para desmontes y desalojos.

Esto es –en términos ambientales– muchísimo más grave y dañino para nuestro futuro que las papeleras sobre el río Uruguay o los edificios torre en algunos barrios porteños.

La nueva, indispensable y urgente Ley de Protección a nuestros bosques es apoyada por muchos diputados del Frente para la Victoria y del ARI, además de Greenpeace, Vida Silvestre, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y otras organizaciones como la Federación Agraria Argentina, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) y la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas (ONPIA).

Lo que se busca es detener todos los desmontes mientras cada provincia desarrolla el ordenamiento territorial de sus bosques nativos, a fin de organizar una explotación racional que respete y armonice todos los intereses: comunitarios, económicos y ambientales.

Mientras los bosques en algunas provincias como Salta (Las Yungas) y Chaco (El Impenetrable) están siendo desmontados día a día, y hora a hora: según Greenpeace cada año se desmontan 250.000 hectáreas de monte nativo, o sea la alucinante cantidad de casi 700 hectáreas por día, principalmente en el Chaco Seco, donde se produce el 70% de la desforestación incitada por la expansión del monocultivo de soja transgénica.
En la Selva Misionera, que alberga la más alta biodiversidad del país, sólo queda un 7% de la superficie original. Y en medio de esta degradación –que desertifica territorios y facilitará inundaciones futuras– hoy mismo ya es abrumador el otorgamiento de “permisos” vía amiguismos y corrupción.

En este contexto desesperante, que exige una urgente reacción de la ciudadanía de todo el país –y no sólo de las provincias que están siendo devastadas– el viernes pasado Rolando Núñez, coordinador del chaqueño Centro de Estudios Nelson Mandela, una organización de reconocida trayectoria en la materia, declaró en diarios de Santa Fe y Chaco que ”es claro que los diputados de las provincias que más bosques nativos tienen son los que más lobby están haciendo”.

A la par, desde hace una semana y todos los días el diario Norte, quizás el de mayor tiraje del Nordeste argentino, viene subrayando la necesidad de que las autoridades provinciales exijan el pago de multas por 300 mil dólares-pesos de 1997 (aunque según empleados del Instituto de Colonización local esas multas ascenderían a 14 millones de pesos-dólares) aplicadas por la Dirección de Bosques a los establecimientos La Surpina y otros del Grupo Don Panos, propiedad del empresario Eduardo Eurnekián, por la quema de varios miles de hectáreas de montes nativos, asunto que ha sido incluso editorializado por el director del matutino, Miguel Ángel Fernández.

Como fuere, el asunto se suma a la poco transparente cuestión de las tierras fiscales “desaparecidas” en el Chaco y a la evidente inacción –nacional y de varias provincias– en una cuestión capital para el medio ambiente: porque sin bosques este país será irrespirable.

* Revista Debate edición de 07/12/2006

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